COLOQUIO CON DON SANTIAGO HERNANDEZ, GUADALUPE VICTORIA, CHIAPAS.
El sábado 11 de octubre, tres amigos y su servidor viajamos juntos a
Guadalupe Victoria, Chiapas con el objetivo de compartir la experiencia y
fiesta de unos compañeros de AA. Sin embargo lo que motivó escribir
esta nota no es más que hacer resaltar el calor humano, sencillo y
hospitalario de la gente de Guadalupe.
Guadalupe Victoria es un
ejido, una comunidad de descendencia Jacalteca, en la cordillera de los
Cuchumatanes del lado mexicano. Los nombres, apellidos todo se refiere a
Jacaltenango. Nos consideramos paisanos. Hurgando un poco la historia,
esos territorios constituían una finca que se llamaba San José
Montenegro, personas y familias jacaltecas emigraron a ese lugar. Esas
tierras históricamente pertenecían a Guatemala, pero con la famosa
revolución liberal de Justo Rufino Barrios, se negoció mover la línea
fronteriza y quedó perteneciendo a México. En ese contexto es que estos
paisanos quedaron como mexicanos.
Visité Guadalupe a inicios de la
década de 1990, un grupo de paisanos, soñando el fortalecimiento
cultural y territorialidad, realizamos el II Seminario de los Huistas.
Tiempos hermosos de juventud y de entusiasmo. Recuerdo que fue todo un
acontecimiento de fraternidad, se llevo el baile del Torito, con la
marimba de don Hermelindo Silvestre que EPD. Sobresalió en esa ocasión
el tema de fortalecimiento de la culturalidad y la hermandad. Una
iniciativa que se quedo en eso, en una experiencia, pero quizás fue el
origen de otras. Solo queda el recuerdo y la experiencia vivida.
Haciendo esa remembranza, vi ahora una nueva comunidad, todo bien
urbanizado, una comunidad bonita, ordenada y limpia. Un parque central y
un Duomo como ellos le llaman, un centro comunal moderno, que si bien
sirve para deportes, es para usos culturales, pensaba: ojalá y
tuviéramos esto en el pueblo.
Sobre salieron los apellidos
Camposeco, Hernández, Díaz, Montejo, Esteban, López, Silvestre y muchos
más conocidos. Cuando nos identificamos como provenientes de
Jacaltenango nos recibieron con cariño de hermanos, nos alojaron en sus
casas como si fueran familiares aun sin conocernos.
Me alojé en la
casa de Elías Camposeco, un padre de familia de la escuela, toda una
autoridad por ejercer el cargo de presidente de la junta de padres de
familia de la escuela. Hablamos de estrechar lazos como pueblos
hermanos. Hablamos de proyectos productivos, ellos son caficultores y
apicultores que han tenido una no muy buena experiencia organizativa.
En la noche de encuentro comunitario amenizó un grupo marimbistico de
niños y niñas de la comunidad, fue emocionante el entusiasmo como
interpretaban el son Lisha. Luego del evento se celebró con una gran
noche danzante, todos en sano juicio, que bonita experiencia.
El día
domingo 12, buscando otra salida para nuestro retorno a casa, pregunté a
un transeúnte dónde era el camino. Luego de indicarme me preguntó muy
amablemente de donde éramos, dije: Venimos de Jacaltenango. Muy amable
me dijo: soy Santiago Hernández, hermanos pasen a la casa, no se van si
no toman un trago de café. Esto fue el inicio del coloquio con él y mis
compañeros de viaje.
Don Santiago nos contó que era catequista de la
parroquia, que en los años 80ss, tiempo de la violencia en Guatemala,
ellos alojaron en esa comunidad a mucha gente, especialmente jacaltecos.
Muchos los llevaron a sus casas, construyeron una escuelita para los
niños refugiados y un paisano maestro les daba clases. Alguien de la
familia dijo: desafortunadamente, este maestro ya no se acuerda de
nosotros. Santiago nos contó su lucha por buscar ropa, alimentos y su
constante comunicación con la Diócesis de San Cristóbal para buscar
apoyo. Como en todo lugar, encontró oposición y criticas pero supo
seguir con ese esfuerzo en unión con más miembros de la comunidad.
Después de la tempestad viene la calma, dice el refrán, pero muchas
veces olvidamos la historia, cuantos héroes anónimos. Ahora don Santiago
afronta la lucha contra el cáncer. Pero se ve bien, orgulloso de su
vida, nos presentó a sus nietos y una nuera que vino de Jacaltenango.
Luego de varias horas de coloquio, seguimos nuestro camino de retorno,
con la alegría de haber vivido breves momentos de jacaltequicidad en
otro país y muchos pensamientos que enriquecen la reflexión y nace
escribir este pequeño relato. No hay fronteras cuando los sentimientos
son auténticos.
Escrito por: David López, octubre16 del 2,014.
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